A pesar del COVID 19, la vida continúa y la naturaleza incluso agradece el confinamiento del ser humano. La fauna campa a sus anchas, más despreocupada por la ausencia de personas, y la las plantas crecen y florecen alimentadas por las lluvias de los últimos días.

En Brinzal seguimos trabajando con el mínimo personal posible. Nuestr@s querid@s búholuntari@s siguen en sus casas y, aunque les echamos de menos, mejor así para evitar contagios. Los animales irrecuperables requieren los mismos o más cuidados en esta época preparándose para la cría en cautividad, algunos como las lechuzas (Tyto alba) ya están criando sus primeros pollos del año. Todos ellos deben estar listos para recibir a los huérfanos que cada año se crían bajo su tutela. Incluso los autillos (Otus scops) han terminado su encierro invernal y ya se encuentran en instalaciones exteriores.

El volumen de ingresos y llamadas son menores comparados con los registros de años anteriores y es comprensible dado que la gente, al no salir de casa, no se encuentra fauna herida o huérfana. Para las rapaces nocturnas puede ser beneficioso este hecho, ya que muchas veces los huérfanos que la gente se encuentra y nos trae con toda su buena intención probablemente no estuvieran en problemas, sino que a las dos o tres semanas de desarrollo empiezan a explorar los alrededores del nido bajo la atenta vigilancia de sus padres.

A pesar de todo siguen ingresando cernícalos accidentados, pollos de mirlo que caen bajo las garras de algún gato y son salvados in extremis o pequeños paseriformes que requieren un cuidado exhaustivo. Podemos afirmar que ya han llegado desde África los autillos a la Península, además de porque se les oye cantar en bosques, parques y jardines al anochecer, porque la semana pasada ingresó el primero de ellos en nuestro centro. También lo hizo el primer huérfano de Cárabo europeo (Strix aluco), perfectamente sano y con el mal carácter típico de su especie. Una vez comprobemos que no porta ninguna enfermedad o parásito, se lo cederemos a sus padres adoptivos para que hagan el trabajo más duro, alimentarle y enseñarle a comportarse como uno de ellos.

Tenemos que agradecer como siempre la labor de la Unidad de Medio Ambiente de la Policía Municipal que colabora en la recogida de animales que precisan de nuestros cuidados evitando, en la medida de lo posible, que los habitantes de la ciudad de Madrid no tengan que desplazarse hasta la Casa de Campo.