Las temperaturas van cayendo y tenemos que estar preparados para una época dura para nuestros pacientes, ya que el frío nunca es buen compañero. Cambiamos las dietas, ahora ricas en grasas para asegurar una termorregulación óptima.
Los autillos (Otus scops) irrecuperables y aquellos que no han conseguido recuperarse a tiempo para su duro viaje a África, ya están instalados en una instalación cerrada donde controlamos temperatura y humedad óptimas para su supervivencia. Permanecerán aislados del frío hasta principios del año siguiente.
Seguimos vaciando nuestras instalaciones de los jóvenes de este año, que van siendo soltados por sus padrinos y madrinas a los que agradecemos su contribución en la recuperación de sus apadrinados. A veces cuesta trabajo encontrar el día adecuado ya que es época de caza e intentamos evitarla, en la medida de lo posible, programando las sueltas los domingos y siempre pendientes de que la lluvia no lo impida.
Por suerte en esta época ingresan muy pocos pacientes, lo que nos permite poner a punto la enfermería, el almacén o la sala de herramientas. En el exterior preparamos las instalaciones que van quedando vacías para que estén en las mejores condiciones cuando reciban nuevos inquilinos.
También aumentamos nuestro esfuerzo en la búsqueda de financiación y de ayudas para afrontar los proyectos del año siguiente, tarea siempre complicada. Mantener un centro de recuperación requiere más apoyo económico del que parece. Como siempre queremos agradecer el apoyo de socios y socias y madrinas y padrinos que con sus aportaciones nos dan un impulso muy importante. Mención especial a las entidades colaboradoras, que apuestan por nosotros año tras año.
A pesar de la dureza de la época somos afortunados por poder desarrollar nuestra labor en un lugar tan lleno de vida silvestre como la Casa de Campo de Madrid, donde nunca falta el canto de los pájaros a pesar de la cercanía de la ciudad.